Después de todo, creí que estaba dispuesta a volver a empezar de verdad. Sentir de verdad, extrañar de verdad, amar de verdad. Pero la única verdad es que me estuve engañando día tras día y noche tras noche, bebiendo el veneno de algún lobo vestido de cordero, dejándome encantar por promesas de amor eterno que yo misma me encargué de romper. La única verdad es que todavía sigo metida en el cuarto oscuro al que entré cuando decidí arriesgar todo por algún "nosotros dos", de espaldas a un tiempo que me encuentra sola, partida al medio, justo por donde mueren todas las mariposas que nacieron cuando lo vi… Sólo yo… Y yo. Me consuela pensar que quizás no sea tan malo… Que quizás primero deba vivir de verdad, despegar... volar. No por otros sino por mí. Sólo por mí. Y después, después sí… volver a empezar.
