lunes, 25 de febrero de 2013

La máquina del tiempo

Él era un hombre inteligente, realmente inteligente. Quizás no lo sabía, quizás no quería darse cuenta. Se levantaba temprano todos los días y salía directo a su trabajo. Era bueno en lo que hacía. Todos lo sabían, menos él. Tenía sus hobbies, a los que les dedicaba una atención admirable, y, particularmente, tenía una obsesión: Quería encontrar la máquina del tiempo.


Cuando le pregunté para qué necesitaba una máquina del tiempo, sólo pudo responderme: -Para corregir...,- lanzando un suspiro de resignación antes de poder terminar la frase.

Supuse que sabía lo que hacía así que nunca le dije nada, pero me mortificaba verlo afligido por su máquina del tiempo. Podía estar el día entero buscándola y otros tantos tratando de inventarla. Había olvidado, ese hombre, que desde que nació llevaba consigo la mejor máquina del tiempo: su vida.

A veces trato de decírselo. A veces, simplemente, deseo que la encuentre...


"Sueños dirigidos", Editorial Dunken, Abril 2014

martes, 19 de febrero de 2013

Pasa la vida


Y la sensibilidad que me unía con el mundo comenzó a incomodarme. Estábamos en planos diferentes. Porque cuando uno se da cuenta de que ha dejado de ser fiel consigo mismo, evita escucharse y se crea realidades que cree que algún día le van a hacer feliz. 


Y de repente la vida nos advierte sutilmente, o no tanto, de que algo anda mal, y nos volvemos a preguntar qué queremos, hacia dónde vamos, qué estrella perseguimos, como si no lo supiéramos… Y mientras discutimos con nosotros mismos, pasan los días y pasan los años y pasa la vida… Y tratamos de encontrar motivos a nuestras excusas y excusas a nuestros motivos, forzándonos a aceptar lo que nunca soñamos, convenciéndonos de ser lo que no somos, convirtiendo cada horizonte en una utopía… 


Y así pasan los días y pasan los años… y pasa la vida… Y volvemos a pensar, y volvemos a lamentarnos, y volvemos a recordar aquellos tiempos en que nos dábamos el lujo de soñar y de creer que cada sueño, mágicamente, podía hacerse realidad…

Inexplicable

Lo que no te mata, te hace más fuerte… dicen. Lo que no te dicen es para qué. ¿Fuerte para dolores más leves... fuerte para dolores iguales? ¿Fuerte para volver a pasar por la misma situación? A veces, la gran mayoría de las veces, uno simplemente preferiría no ser más fuerte… simplemente no pasar por ninguna situación que te haga más fuerte… ni más débil…

No sé a quién se le ocurrió… en base a qué. Cuando alguien vive un momento desagradable, no piensa en el futuro ni en si las angustias del pasado sirvieron o no. Uno sólo espera que sanen... 

Quizás... se lo aconsejó un hombre a su amada cuando ella parecía perder las fuerzas, o una madre a su hijo enseñándole a superar alguna tristeza… O será que la vida tiene preparado algo mejor, inexplicable… Será que en algún lugar, en lo más profundo de cada uno de nosotros, con cada caída, renace un ser de espiritualidad y sabiduría… y, de alguna extraña manera, nos acercamos más a lo eterno… 

Almas

Cuando nuestras almas se cruzaron se dijeron "hasta pronto" y prometieron encontrarse en otro tiempo, otro lugar, otras miradas... En algún mágico suspiro de un extraño mundo llamado amor... Y duele... Duele esta incertidumbre que me pierde y este miedo de creer que cuando vas por tu camino ya no somos dos. Palabras que me llevan a inventar lo que no fuimos, esperanza que sueña con un sueño que vendrá. Presa de un pasado que no es mío y de un futuro vagabundo que no sé si va a llegar. Duele esperar... Duele dudar... Duele confiar... Duele sentir que no es aún nuestro tiempo ni lugar...

Si por un instante

Si por un instante me perdiera, escucharé de nuevo las palabras que me mostraron el camino alguna vez, aunque nadie las diga... Si por un instante me sintiera triste, miraré una sonrisa, tu sonrisa y mi sonrisa, aunque nadie sonría... Si por un instante dejara de creer en mí, le rogaré a un espejo que me recuerde quién soy, aunque nadie más lo sepa... Si por un instante, en el inmenso mar de la melancolía, viera una lágrima danzar en mi rostro, tocaré la vida, mi vida, me enjugaré los ojos y me veré feliz, aunque nadie me vea... Y si por un instante, sola y sin fuerzas, llegase a caer, sabré que pude, sabré que puedo... recordaré mis raíces, recordaré mis motivos... y seguiré... 


¿Por qué poesía? Editorial Dunken, marzo 2015