Te devuelvo la ilusión, la alegría,
las risas que se convirtieron en llanto.
La complicidad
que se convirtió en ausencia.
En lejanía.
En desierto.
Te devuelvo el dolor en el pecho
y este corazón aún tiritando de frío.
Te devuelvo las noches de insomnio
dudando de mi cordura,
de mi paz,
de mi alma.
Te devuelvo tus fantasmas,
tu tormento, tus infiernos.
Que hieren,
que queman,
que matan.
Te devuelvo la utopía,
las flores, los cumplidos,
la garganta llena de nudos
y el estómago explotando de dudas.
Te devuelvo tu silencio,
tus promesas,
tu vacío, tus inviernos.
Te devuelvo las preguntas que no quise hacer,
las respuestas que no supe ver
y la soledad de ser el centro en un universo perdido.
Te devuelvo el misterio,
los tragos amargos con tu suspenso,
el laberinto interminable para llegar a vos,
el océano entre los dos.
Te lo devuelvo.
Este cuento.
Te lo devuelvo.