Una mezcla de
sorpresa y angustia me recorre el pecho cada vez que escucho esa voz. No es
cualquier voz. Es su voz. La suavidad con la que habla. La melancolía de sus
ojos. La tristeza de sus manos que se apoyan con ternura sobre las mías. La
forma en que me mira. El secreto está en la forma en que me mira. Cuando sus
ojos de repente se reflejan en los míos y, como si estuviéramos a miles de
kilómetros de distancia, parece que me espera. Me mira y me espera y no sé a
dónde tengo que llegar. Pero es su voz. En algún lugar, en algún lugar de mi
memoria, sé que conozco esa voz.
21 de septiembre
Día mundial del Alzheimer
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